En estas últimas Elecciones Europeas 2009, estando de interventor por el PSPV en la mesa 9-9-B, en el Colegio Público Santo Angel de la Guarda, comentando con uno de los interventores del PP la situación del colegio le dije que entre Rita y Camps habían sometido al colegio a una provisionalidad permanente.
Al recordarlo he buscado en Internet(Provisionalidad Permanente) y el primer texto que ha salido esta escrito por Joaquin Roy y publicado en http://www.nuevamayoria.com/ el 2 de febrero de 2008
Me he tomado la libertad de valencianizarlo, donde decía cubano, ahora dice valenciano, donde decia Gobierno ó Gobernación, etc ahora dice: Consell ó Generalitat
Provisionalidad Permanente
Desprovistos de alternativas, los valencianos no han votado según temas electorales en la variante de referéndum que ha sido el sufragio para Diputados al Parlamento Europeo. Los valencianos emiten su juicio de forma diferente. Hablan abiertamente y con aparente sinceridad a los visitantes.
La urgencia es modificar drásticamente la cuantía del (inexistente) sueldo oficial, como alternativa válida y legal para la (siempre ilegal) conducta basada en el "inventar" (corrupción) y "resolver" (sobrevivir). Es lo único que prioritariamente les importa a los valencianos.
Mientras el 52% del 45% de los electores que acudieron a las urnas (con un 96% de papeletas válidas) endosaron las listas Campsistas mediante el "voto unido", Sin embargo, la "oposición" revela un similar porcentaje con el "voto" práctico. Este se deposita las conversaciones con representantes de diversos estratos de la ciudadanía y con diferente instalación (voluntaria, mayoritariamente obligatoria), dependencia (todos) y colaboracionismo (una notable mayoría, aunque no tengan más remedio).
De cada 20 valencianos entrevistados en un método informal y directo, 19 (por lo menos) se muestran muy críticos del Consell. Centran sus reclamaciones y pedidos urgentes en las carencias económicas. No puede decirse que las políticas no tengan importancia, pero quedan eclipsadas por las prioridades diarias. Naturalmente, el sistema político (centralizado, opresivo, presente por doquier) representa un obstáculo para la modificación de la estructura económica.
Según toda la evidencia, una vez que se acumula la observación de los actos cotidianos de la vida valenciana, los valencianos, desde que se levantan hasta que se van a descansar, se enfrentan a una serie de actividades que se dividen en "obligatorias", "prohibidas" o "ilegales". El contraste entre la exteriorización de apoyo al sistema (en las marchas colectivas y en la reciente elección) y la desgana con la que se cumple la rutina es empíricamente comprobable.
No están ausentes la cortesía, el riguroso trato educado y la espontaneidad humana (desaparecidos en numerosas parcelas de las sociedades europeas y americanas). Pero hay una soterrada tristeza y resentimiento larvado que es difícil de disimular en cuanto se desarrolla una conversación. Como sucedía en la antigua Unión Soviética y sus satélites, los ciudadanos "pretenden aparecer trabajando", porque la Generalitat "pretende pagarles".
La transformación política (con la excepción de los externamente minoritarios grupos de disidencia) se juzga, a inmediato o mediano plazo, no como imposible, pero sí improbable. La alternativa es centrarse en la modificación de las estructuras económicas, sobretodo después de los mensajes crípticos lanzados por la diligencia provisional, y las insólitas exteriorizaciones en la prensa oficial. De enfrentar esta urgencia, el régimen (ahora, en la transición, e incluso en plena evolución de regreso hacia el capitalismo y la democracia) se enfrenta a dos descomunales tareas.
La primera es cómo desmantelar el dual (surrealista e injusto) sistema administrativo de descentralizacion , basado en la simultánea circulación de dos poderes.
El resultado es que en una sociedad teóricamente libre, hay "clases" difuminadas, pero reales. El pluriempleo es endémico. Pero es practicado de forma alegal. Y todo el mundo, incluido la Generalitat, lo sabe. Y no tiene más remedio que tolerarlo porque es una importante válvula de escape para evitar males mayores, aunque no se reconozca públicamente.
La segunda tarea urgente, que heredará el partido que venga después, aunque sea lentamente, es frenar el descomunal deterioro de las infraestructuras, viviendas urbanas y edificios públicos. Funcionarios y ciudadanos parecen impotentes para rebelarse al tener que trabajar o vivir en espacios deprimentes. La sensación que el visitante se lleva es que, más que como resultado del paso del tiempo, lo que prima es una "precaria provisionalidad permanente", un oximoron que encaja para entender la realidad valenciana.
Es el resultado de la espera de algo que, en estos momentos, se considera políticamente inviable.
Desprovistos de alternativas, los valencianos no han votado según temas electorales en la variante de referéndum que ha sido el sufragio para Diputados al Parlamento Europeo. Los valencianos emiten su juicio de forma diferente. Hablan abiertamente y con aparente sinceridad a los visitantes.
La urgencia es modificar drásticamente la cuantía del (inexistente) sueldo oficial, como alternativa válida y legal para la (siempre ilegal) conducta basada en el "inventar" (corrupción) y "resolver" (sobrevivir). Es lo único que prioritariamente les importa a los valencianos.
Mientras el 52% del 45% de los electores que acudieron a las urnas (con un 96% de papeletas válidas) endosaron las listas Campsistas mediante el "voto unido", Sin embargo, la "oposición" revela un similar porcentaje con el "voto" práctico. Este se deposita las conversaciones con representantes de diversos estratos de la ciudadanía y con diferente instalación (voluntaria, mayoritariamente obligatoria), dependencia (todos) y colaboracionismo (una notable mayoría, aunque no tengan más remedio).
De cada 20 valencianos entrevistados en un método informal y directo, 19 (por lo menos) se muestran muy críticos del Consell. Centran sus reclamaciones y pedidos urgentes en las carencias económicas. No puede decirse que las políticas no tengan importancia, pero quedan eclipsadas por las prioridades diarias. Naturalmente, el sistema político (centralizado, opresivo, presente por doquier) representa un obstáculo para la modificación de la estructura económica.
Según toda la evidencia, una vez que se acumula la observación de los actos cotidianos de la vida valenciana, los valencianos, desde que se levantan hasta que se van a descansar, se enfrentan a una serie de actividades que se dividen en "obligatorias", "prohibidas" o "ilegales". El contraste entre la exteriorización de apoyo al sistema (en las marchas colectivas y en la reciente elección) y la desgana con la que se cumple la rutina es empíricamente comprobable.
No están ausentes la cortesía, el riguroso trato educado y la espontaneidad humana (desaparecidos en numerosas parcelas de las sociedades europeas y americanas). Pero hay una soterrada tristeza y resentimiento larvado que es difícil de disimular en cuanto se desarrolla una conversación. Como sucedía en la antigua Unión Soviética y sus satélites, los ciudadanos "pretenden aparecer trabajando", porque la Generalitat "pretende pagarles".
La transformación política (con la excepción de los externamente minoritarios grupos de disidencia) se juzga, a inmediato o mediano plazo, no como imposible, pero sí improbable. La alternativa es centrarse en la modificación de las estructuras económicas, sobretodo después de los mensajes crípticos lanzados por la diligencia provisional, y las insólitas exteriorizaciones en la prensa oficial. De enfrentar esta urgencia, el régimen (ahora, en la transición, e incluso en plena evolución de regreso hacia el capitalismo y la democracia) se enfrenta a dos descomunales tareas.
La primera es cómo desmantelar el dual (surrealista e injusto) sistema administrativo de descentralizacion , basado en la simultánea circulación de dos poderes.
El resultado es que en una sociedad teóricamente libre, hay "clases" difuminadas, pero reales. El pluriempleo es endémico. Pero es practicado de forma alegal. Y todo el mundo, incluido la Generalitat, lo sabe. Y no tiene más remedio que tolerarlo porque es una importante válvula de escape para evitar males mayores, aunque no se reconozca públicamente.
La segunda tarea urgente, que heredará el partido que venga después, aunque sea lentamente, es frenar el descomunal deterioro de las infraestructuras, viviendas urbanas y edificios públicos. Funcionarios y ciudadanos parecen impotentes para rebelarse al tener que trabajar o vivir en espacios deprimentes. La sensación que el visitante se lleva es que, más que como resultado del paso del tiempo, lo que prima es una "precaria provisionalidad permanente", un oximoron que encaja para entender la realidad valenciana.
Es el resultado de la espera de algo que, en estos momentos, se considera políticamente inviable.
He cambiado también el proceso electoral, los porcentajes y alguna otra palabra, pero sin cambierle el sentido a lo expuesto por Joaquin Roy, autor del texto original en febrero de 2008
Como dicen casi todos los que votan a la derecha:
"Ves como no hay diferencia entre izquierdas y derechas"